Mi hermanastra comenzó a actuar diferente conmigo, y pronto me confesó que había tenido un sueño intenso y erótico en el que estábamos juntos. En su sueño, decía que la hice sentir cosas que nunca había experimentado, y ahora no podía dejar de pensar en hacerlo realidad. La tensión entre nosotros creció, y la línea entre la fantasía y la realidad se desvaneció, llevándonos a explorar un deseo que no pudimos seguir ignorando.