No hay nada que me excite más que la adrenalina de ser vista mientras lo hacemos en público. La idea de las miradas curiosas, la posibilidad de ser descubierta, hace que mi cuerpo se encienda al instante. Solo imaginarlo me pone tan húmeda que no puedo resistirme a buscar cualquier oportunidad para hacerlo realidad. Cada encuentro es más intenso que el anterior, y esa mezcla de peligro y placer me lleva al límite, dejándome completamente entregada al deseo.