Esta mañana, Mia despertó con un deseo ardiente imposible de ignorar. En el jardín de su casa, con el sol acariciando su piel, se quitó lentamente las pantaletas y empezó a masturbarse con sus dedos, disfrutando cada caricia. Lo que ella no sabía era que el mayordomo la observaba desde la distancia. Con el deseo desbordado, él se acercó para acariciarle los pechos. La tensión explotó en una intensa follada estilo perrito, seguida de una larga sesión de sexo llena de gemidos, ritmo y placer compartido. Finalmente, Mia terminó con su pecho cubierto del semen caliente que ella misma provocó.