El despertar de Mia, una sensual colombiana, no podría ser más excitante. Después de unos suaves estiramientos que despiertan cada músculo de su cuerpo, siente que algo más se activa: el calor entre sus piernas. Su coño late, húmedo, deseando atención. Con movimientos lentos y precisos, aparta la suave tela de su pijama y deja que sus dedos exploren su intimidad. Sabe exactamente cómo tocarse. Cada roce, cada caricia, es una danza de placer que ella domina con maestría.
Pero esta mañana quiere más. Con una sonrisa cómplice, conecta su vibrador favorito: grande, potente, capaz de estremecer más que paredes. Apenas lo posa sobre su clítoris, su cuerpo responde con gemidos y estremecimientos. Las vibraciones profundas la atraviesan, haciéndola arquear la espalda y perderse en una oleada de placer.
El orgasmo llega como una tormenta dulce: húmedo, salvaje, necesario. Mia abre los ojos y sonríe… Así debería empezar cada día.