Siguiendo el consejo del doctor, decidí agregar más colágeno a mi dieta, pero mi mejor amigo tuvo una idea inesperada. Entre risas y miradas cómplices, me ofreció una solución poco convencional que acepté con curiosidad, el tragarme su leche. Lo que comenzó como un gesto divertido terminó despertando sensaciones que ninguno de los dos esperaba. Ese momento marcó un antes y un después en nuestra relación, desbordando emociones que jamás imaginé experimentar, me moje.